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Hausübung

Personal experiences through live

2.734 / ~8 sternsternsternsternstern_0.2 Angela M. . 2014
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Hausübung
Literaturwissenschaft

Alexander von Humboldt Gymnasium Konstanz

2013, Arriola, 10

Angela M. ©

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ID# 39195







Autobiografía

La camioneta

Antes no era una carretera, por ese lugar sólo pasaban los coches cargados de bicicletas, sólo pasaban los coches conducidos por personas que visten trajes de ciclismo. Antes ese lugar no estaba rodeado de casas. Antes ese lugar tenía tierra, y no pavimento. El triatlón fue una parte importante en la vida de mis hermanos, en la mía fueron sólo momentos en los que pasaba esperando en el sol. Me hubiera gustado haber sido parte de la tradición, pero por la diferencia de edades no se fue posible. Antes de que yo tuviera edad para entrar, nos salimos del Berimbau (dónde practicaban mis hermanos) y ahora ese lugar dónde se juntaban todos, es la carretera que tomo para ir a la escuela. Antes no era necesario tomar ese camino, pero son muchas cosas las que han cambiado. En uno de esos tempranos viajes al Colegio Alemán, no hace mucho, fue cuando tuve un “flashback”. Había tenido ese recuerdo enterrado. Fue una mañana de fin de semana, mi mamá conducía la enorme camioneta color vino que en ese entonces todavía no llegaba a las manos del chofer de la empresa de mis padres. En ése entonces tenía defensa, los vidrios no necesitaban ser pegados con cinta adhesiva y los asientos no faltaban. No estoy segura si mis hermanos no iban en la camioneta con nosotros, o mi “flashback” está todavía un poco nublado.

Esa camioneta que en estos momentos está siendo explotada, está siendo forzada a cargar kilos de mercancía que ella misma tiene que trasladar a cada “Palacio de hierro” de México, y encima está siendo conducida por la persona más desinteresada en cuidarla a pesar de estar al borde de la “muerte”, es para mí una caja llena de recuerdos. No sé el orden cronológico correcto de estos recuerdos, pero voy empezar con el que está bajo el nombre de “la cursi fiesta de cenicienta”. Pienso que este suceso comienza un 27 de agosto, o un viernes después de ese día. Eran cinco pasados de la una, la cumpleañera estaba rodeada de sus invitados que tenían a penas 5 ó 6 años, la “cursi” cumpleañera se alegró mucho al ver la enorme camioneta color vino adornada de decenas de globos color rosa. Pero ese día no todos disfrutaron el adorno tanto como ella. La feliz cumpleañera tenía una hermana que estaba en secundaria que terminaba con sus clases a las veinte pasadas de la una. Fueron quince minutos en los que la secundaria y preparatoria entera pudieron contemplar el hermoso vehículo en el que mi hermana al dar la una con veinte minutos se subió mientras todos se reían y la miraban. Hasta la fecha mi mejor amiga, Paloma, y yo todavía recordamos a mi hermana escondiendo su cabeza debajo de los asientos.

Amamos a mi camioneta a pesar de las fallas que tuvo, pues nos obligó a vivir experiencias dignas de ser recordadas. En unas vacaciones mi mamá y su hermana se organizaron para llevarnos a mis hermanos, a mis primos y a mí al parque acuático llamado “El rollo”. En visitas pasadas al “Rollo” yo había tenido mucha diversión y estaba muy emocionada de volver a ir, pero durante el camino a mi familia se le ocurrió decir que mejor nos seguíamos hasta Acapulco. Todos muy emocionados exclamaban:-¡sí, Acapulco!- Todos menos yo, yo prefería ir a divertirme a la alberca de olas, o al río, o al escusado gigante. Pero antes de que cualquiera de los bandos pudiera alegrarse por una elección decisiva, la camioneta se descompuso. En vez de disfrutar de un día lleno de adrenalina, o uno de diversión en el mar, pasamos la noche en un hotel de paso, en el que mi primo podría jurar haber visto pequeños animalitos con una cola larga y orejas rosadas.

La camioneta también me recuerda los pequeños viajes que hacíamos de la casa a la escuela, y de la escuela a la casa con los amigos de mi familia que venían de Argentina. Esta familia tenía una hija unos años mayor que yo, era la menor de los hermanos al igual que yo. Cuando venían a la casa era con ella con la que yo me juntaba. Yo no recuerdo, pero mis hermanos cuentan que en el trayecto de la escuela a la casa, mi amiga, solía lamer las ventanas. De izquierda a derecha, de derecha a izquierda pasaba su lengua por los vidrios de la camioneta. Y, cuando la saliva se secaba y el calor se apoderaba, un hedor emergía y apestaba el aire de la camioneta.

Esa camioneta, fue la que mis papás le dieron a la hermana mayor de la familia. Ella iba en preparatoria cuando empezó a manejarla, y cada mañana entre semana llevaba a dos de sus hermanos a la escuela. Un hábito que mis hermanos no tenían, era el de limpiar la camioneta. Entonces, cada día al terminar clases, se encontraban con un mensaje distinto escrito con la capa de polvo y el dedo del culpable.

Los animales

Un factor importante en mi vida, han sido los animales. Desde pequeña les insistía a mis padres que me compraran una mascota, y siendo la más pequeña, mis padres solían cumplir mis deseos.

Antes de nacer, mis hermanos compraron una perra Rottweiler. No estoy segura quién fue el original autor del nombre “Patotas”, pero acorde a lo que cuentan de ella, ese nombre “le va bien”. En una ocasión, mis hermanos y mis papás salieron de viaje (no sé si yo ya había nacido), y le pidieron a mi tía que fuera a alimentar a la perra mientras ellos no estaban. Mi tía llegó en un día húmedo por la recién terminada lluvia, y cargando el plato de comida, la emocionada perra saltó sobre ella y comió feliz del plato, sin mostrar ningún interés en la caída de mi tía. Cada vez que mi tía escucha de ese animal, nos recuerda (e intenta esconder el reproche) de la experiencia que tuvo el día que Patotas puso sus patotas sobre ella.

El primer perro que tuve, tenía un nombre todavía más “padre”. Este nombre fue resultado de la suma de mi entonces caricatura preferida y de la costumbre de mi padre de ponerle apodos a la gente. Éste perro fue rescatado por mi papá en Espíritu Santo, era un perro sin raza color café. No creo que haya convivido mucho con él, porque no tengo ninguna memoria. Tampoco sé cómo desapareció, puede ser que mis padres lo hayan regalado, o se haya escapado porque no le concedíamos el privilegio de hacer de nuestros muebles un sanitario, y tras hacerlo de todos modos, recibía regaños de mi papá. Nunca sabremos cuál fue el paradero de Pikachukakuchichibiringui.

Siempre me gustaron todos los animales. En una ocasión tuvimos un pollo, un pato y un conejo. Los recuerdo bien, el pato era blanco (¿o era un ganso?), el conejo era blanco con negro y el pollo era color pollo, pero el también tenía su atributo especial. La falta de plumas en lo que sería en un humano, “sus pompas”, eran el reto de cada reunión de amigos. Recuerdo bien haber sido valiente, haber estirado mi dedo índice y haber tocado los rosados y viscosos glúteos de mi ave. Sin embargo, este trío tenía algo más peculiar. No estoy segura de la relación que tenían, pues bien pudieron estar enamorados, tal vez eran sólo amigos, o quizás la mano de la naturaleza intervino y por el deseo de hacer una broma pesada hizo que los animalitos confundieran a su madre. Me explico: El bonito y hermosísimo conejo seguía al peculiar pollo y el peculiar pollo seguía al pato-ganso. Entonces, un día, que el pato-ganso se sintió cansado de su vida diaria y decidió ir en busca de aventuras, se llevó detrás a mi pollito y a mi conejito. ¡Naturaleza! ¡¿Acaso no pudiste hacer que el pato-ganso siguiera al conejo, para que al menos se quedaran torpemente dando vueltas en mi jardín!? Digo, si no podían ser animales normales, que por lo menos fueran un poco más testarudos para que se quedaran con nosotros. Pero esta es la triste historia de cómo un día, mis mascotas huyeron en fila india y me pregunto ¿Cuáles eran las probabilidades?

Cada fin de semana, salía al patio a jugar con el aspersor o la manguera, jugaba y jugaba y cuando me comenzaba a dar frío me metía a bañar. En una de esas ocasiones vi a ese lindo gatito, caminando por mi jardín. Entonces entré rápido a mi casa, tomé un recipiente y le serví leche. Ese fue el momento de bienvenida a mi nueva mascota, Lola. Lola era una gatita encantadora, era cariñosa, era bonita, y para nuestra gracia y desgracia de mi vecina, era muy buena procreadora. La primera vez, que según el instinto, tuvo éxito, fue cuando la gatita buscó y seleccionó el lugar “perfecto” para parir a sus mininos. Mis papás estaban de viaje, tal vez la gatita pensó que mis hermanos y yo no éramos lo suficientemente capacitados para cuidar a sus gatitos. La pobre madre no sabía que había elegido el peor lugar en el fraccionamiento entero. En cuanto mi vecina escuchó los maullidos, los rastreó, y al ver que estaban en su bonita jardinera, llena de plantas que hubieran sido perfectas para la protección de los futuros paridos, corrió a la puerta de su casa, caminó enojada uno, dos, veinte pasos, estiró su mano para que su dedo alcanzara nuestro timbre, y sin que el enojo le dejara quitar su dedo para que el horrible sonido de mi timbre se detuviera, exclamó (o rugió) -¡Mauricio!- Mi hermano relajado salió a ver lo que quería, y emocionados fuimos por los gatitos. Una vez que todos los gatos cruzaron la frontera, su madre seguía estando convencida de que del otro lado tenían más oportunidades de desarrollo, y uno por uno los fue regresando. Esta vez el ogro, bueno, mi vecina (sólo porque mi madre está aquí) llamó a su esposo todavía más ogro (mi madre ya se fue) y juntos crearon una caja con hoyos, metieron a todas las creaturas y nos la vinieron a dejar. Después de esta historia mi gatita entendió bien que allí no era un buen lugar para el futuro de sus gatitos, a menos de que los quisiera asados y con salsa agridulce. Posteriormente eligió lugares más seguros, cómo mi clóset, pero esa ya es otra historia.

Pero siempre he creído en el karma, pues en adelante mis mascotas encontraban un oculto placer en entrar a la casa de la señora. Para su mala suerte tuve un perro que le gustaba marcar su territorio con las dos cosas que su cuerpo les permite, y una hermosa serpiente pitón que cada semana crecía con el ratón vivo que comía. Nunca me había detenido a pensarlo, pero tal vez mi vecina tuvo una deliciosa cena con pato mandarín, conejo a la mantequilla y pollo empanizado, además siempre me parecieron extrañas las botas de serpiente que usa al igual de la manera en que mi gatita apareció petrificada en mi jardín en una postura de pelea.

Escuela y familia

El Colegio Alemán es una parte esencial de mi vida, es la única escuela en la que he estado. Yo no fui a los lugares a los que llevan a los niños antes de maternal (ni siquiera sé cómo se llaman, ¿Son guarderías?). En ese tiempo yo me la pasaba con mi mamá, excepto esa vez que tuvo que salir corriendo para recoger a mis hermanos y yo me quedé en la casa. Asustada me puse los zapatos, agarré un sombrero, preparé mi triciclo y salí en busca de mi madre. Sólo había logrado avanzar una cuadra cuando las personas a las que les pregunté -¿Has visto a mi mamá?- Me regresaran a mi casa después de yo haber respondido a -¿Sabes dónde vives?- No estoy segura del truco que usaron para llevarme de vuelta, tal vez me dijeron que mi mamá ya había regresado.

En el tiempo de maternal y kindergarten, conocí a Regina Rojas, a Paloma Peña, a Paola Gonzales, a María Elena Aguilar, a Nadia Martínez, a Jessica, a Cristina Linares, y a muchas otras. Con cada una de ellas tuve y con algunas sigo teniendo una amistad muy linda. En cuarto de primaria comencé a juntarme con María Palomera, y desde entonces Paloma, María y yo somos mejores amigas.

El tiempo que más disfruté en mi vida fue el periodo de cero años a 7 años, y quiero que quede claro que actualmente sí soy feliz. En ese tiempo no tenía preocupaciones, en todo momento me sentía feliz, ningún problema. Me sentía realmente en contacto conmigo misma, me conocía. Pero con el tiempo la gente va desarrollando barreras basadas en mentiras y en malos sentimientos que impiden que logres algo, que te conozcas, que creas en ti mismo. Y pienso que las personas hemos creado un sistema de vida innecesariamente estresante. La política, las apuestas, el rechazo social, las materias en la escuela que sólo sirven para presionarnos y que ni siquiera sirven para la cultura general, todo eso son creaciones del ser humano. Pienso que sería mucho mejor desde pequeños aprender las cosas que nos gusten porque esas cosas son por las que estamos aquí y las que debemos hacer para ser felices, y lamentablemente con las barreras se nos van olvidando poco a poco hasta que las personas creen que no tienen razón para vivir.

Amo a mis hermanos, la relación con cada uno es tan diferente porque cada uno es tan diferente. Mi hermana más grande, Marifer, es una persona que ama el arte, el yoga, es vegetariana, pero también le gusta la moda y trabaja en una empresa de consultoría. Cuando ella tenía dieciséis años y yo cinco, me llevaba al museo de antropología, al zoológico, al lago de Chapultepec, y nunca faltaba la personas que preguntaba -¿Es tu hija?-. Con Marifer he convivido mucho en Alemania, pues desde que salió de la preparatoria se fue a vivir Europa.

Mauricio es mi segundo hermano más grande, y él es el que seguido nos llevaba a Palomi y a mí al cine de pequeñas. Mauricio es muy gracioso y divertido. Cuando se estrenó la película de Charlie y la fábrica de chocolate solíamos ponerla y bailar como los umpalumpas.

Maricarmen es con la que más me peleaba, ahora es la que sabe todo de mí y yo de ella. Ella tiene un carácter muy fuerte, es burlona y siempre me hace reír. Ahora ella está viviendo en Europa también, pero mantenemos el contacto por Skype. Una vez estaba sola en la casa con Maricarmen y tuvimos una pelea. Al terminar la pelea fui a llorar y decidí que la regadera era un buen lugar para hacerlo, entonces ella de repente entró al baño y abrió la llave de la regadera. Después de secarme fui por un papel y una pluma y en tercera persona escribí todo lo sucedido. Cuando esto pasó yo tenía siete años, y Maricarmen trece.

Mis papás siempre me han querido mucho y también consentido. Cuando yo era muy chica los problemas entre los dos comenzaron, y yo, siendo tan pequeña no comprendía bien por qué mis padres no podían simplemente seguir juntos. Recuerdo que una vez les hice un dibujo de un corazón y ellos agarrados de la mano. Mi mamá también decidió llevarme con una psicóloga, yo odiaba ir con ella, pues me ponía a jugar para psicoanalizarme pero yo ya era lo suficientemente grande para entender lo que estaba haciendo y acababa de pasar la etapa en la que jugaba con muñecas. Entonces cada día que iba con ella, en vez de ir con mis amigas, pasaba una hora jugando con la plastilina estando segura de que yo no tenía por qué estar ahí y pensando que era injusto que me llevaran por un problema que ni siquiera era mío. Todo lo que decían las psicólogas era que el único que te puede salvar, es uno mismo ¿Entonces para que intentas ayudarme?

Final

Ahora todo ha cambiado, con los años todo se transforma. En maternal quería ser poeta, al pasar a subprimaria encontré una fascinación en la moda, cuando llegué a sexto derecho era mi primera opción, al entrar a secundaria la química y la biología entraron a mi vida. Ahora estoy pasando a una nueva etapa de mi vida, pero tan sólo en tres años más tendré que decidir entre las tantas opciones que a lo largo de los años he creado, además de las muchas otras que existen.

Ahora mis hermanas están muy lejos de mí, y a mi hermano lo veo raramente. Mi mejor amiga María ya no está en la escuela, y mi mejor amiga Paloma se va un año entero a Alemania. Mis padres ya llevan muchos años separados (comprendo que es lo mejor), sin embargo, trabajan juntos con el único objetivo de darnos a mis hermanos y a mí todo. La obra negra enfrente de mi casa, en la que todos los niños del circuito pasamos tantos momentos de diversión, está en construcción y ya no tiene el letrero de venta que hace unos días tenía. Todo es diferente, y lo diferente me encanta. Ahora lo que tengo que hacer es buscar nuevas experiencias y pasatiempos, hacer una colección de nuevos recuerdos y encontrar en cada momento el buen sentimiento de estar y sólo estar, porque el camino del triatlón ahora es una carretera.


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